Síndrome de las piernas inquietas
IntroducciónExisten tipos de condiciones que pueden perturbar el sueño. Entre ellas destacamos el trastorno periódico de movimiento de las extremidades o acromelalgia o síndrome de las piernas inquietas.
Las personas con esta condicion ven su sueño interrumpido debido a los movimientos de sus piernas (o con menor frecuencia, brazos), ocasionando que estén cansados e irritables por la falta de sueño. Estos movimientos son tirones o espasmos involuntarios: se les denomina involuntarios porque la persona no tiene control consciente de estos movimientos y generalmente no se da cuenta de que ocurren. Las personas sienten sensaciones en sus extremidades, una especie de picor, hormigueo, o sensación de ardor. La única forma de aliviar estas sensaciones es moviendo las piernas o brazos para hacer desaparecer la molestia.
Desconocimiento de la enfermedad
"Estamos ante un trastorno común. El síndrome de las piernas inquietas no debería estar en ninguna lista de enfermedades raras porque no lo es. Lo digo categóricamente", afirma un especialista de la Fundación Jiménez Díaz. En su concepto, existe todavía un gran desconocimiento de esta enfermedad tanto en médicos como en pacientes. Con frecuencia se producen diagnósticos equivocados y el síndrome, también conocido como RLS (por sus siglas en inglés, Restless Legs Syndrome), se confunde con otras afecciones como depresión, estrés y problemas cardiovasculares. Otros expertos incluyen en los diagnósticos equivocados los calambres musculares, la artritis, el nerviosismo o, inclusive, el envejecimiento.
El Instituto de Investigación de Enfermedades Raras, un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, reconoce que si bien el síndrome de piernas inquietas aparece en el listado de enfermedades raras, "es más frecuente de lo que parece". La consecuencia principal del síndrome de las piernas inquietas, señala, es una profunda fatiga diurna. Muchas personas con este síndrome se ven afectados en sus relaciones personales y en las actividades laborales por culpa del cansancio que generan las piernas inquietas.
En ocasiones los pacientes no solo sufren por los problemas derivados del síndrome, sino que también padecen las consecuencias de un mal diagnóstico.
¿Qué es?
Es un trastorno neurológico del movimiento de las extremidades, generalmente muy molestas, y que algunos pacientes describen como dolorosas. Los pacientes a menudo describen las sensaciones del síndrome como quemantes, como si algo se les jalara o se les deslizara, o como si insectos treparan por el interior de sus piernas. Estas sensaciones, a menudo llamadas parestesias (sensaciones anormales) o disestesias (sensaciones anormales desagradables), varían en gravedad de desagradables a irritantes, a dolorosas.
¿A quién afecta?
Este síndrome se da en ambos sexos, pero la incidencia es mayor en mujeres. Aunque el síndrome de las piernas inquietas puede comenzar a cualquier edad, incluso en la infancia, la mayoría de los pacientes severamente afectados son de edad media o mayores, de unos 40 años. Además, la severidad del trastorno parece aumentar con la edad. Los pacientes mayores sufren los síntomas con más frecuencia y durante períodos de tiempo más largos. Por otra parte, durante el embarazo, particularmente durante los últimos meses, hasta el 20% de las mujeres desarrollan este síndrome. Después del parto, a menudo los síntomas desaparecen. No obstante, existe una relación clara entre el número de embarazos y las posibilidades de desarrollar el síndrome de piernas inquietas en forma crónica.
Causas
Las causas del síndrome de la piernas inquietas son todavía confusas aunque ya empiezan a destacar algunas teorías. Una teoría es que tenga carácter hereditario: las estadísticas indican que en el 50% - 60% de los pacientes con este mal existen familiares que padecen el mismo trastorno, aunque éstos no lo sepan.
Aunque en la mayoría de los casos se desconoce la causa de las piernas inquietas, los científicos saben que existe un déficit de dopamina, un neurotransmisor cerebral que interviene en la regulación del movimiento y de la sensibilidad. Este mismo neurotransmisor es el que se relaciona con la enfermedad de Parkinson, si bien no se da ninguna relación entre ambos trastornos.
Además, la anemia y el bajo nivel de hierro en la sangre (30-40% de las personas con anemia ferropénica) están asociados con los síntomas de este síndrome como también lo están las enfermedades crónicas tales como la neuropatía periférica (daño en los nervios que transmiten la sensibilidad de piernas y pies). También se suele asociar a enfermedades crónicas como la diabetes, insuficiencia renal (50% de las personas con hemodiálisis tiene SPI) o la artritis reumatoide.
Algunos expertos también opinan que se trata de una enfermedad genética en la que hay varios cromosomas relacionados. Existen indicios que apuntan a que el origen del síndrome de las piernas inquietas se debe a un trastorno del sistema dopaminérgico a nivel del sistema nervioso central. Esta alteración se manifiesta fundamentalmente en forma de déficit dopaminérgico, causando los síntomas por la noche y mejorando por el día.
Los investigadores han descubierto que la cafeína, el alcohol y el tabaco pueden agravar o provocar los síntomas en pacientes con predisposición a desarrollar el síndrome de las piernas inquietas. Algunos estudios señalan que la reducción o eliminación de estas sustancias pueden aliviar los síntomas, aunque no está claro hasta qué punto.
Síntomas
- Necesidad de movimiento de las piernas, que generalmente va acompañado de sensaciones molestas.
- Inquietud motora en la extremidades inferiores.
- Agravamiento de los síntomas durante el reposo, y mejoría con el movimiento.
- Aparición (o exacerbación) de los síntomas por la tarde/ noche.
- Dificultades para iniciar o mantener el sueño.
- Examen neurológico normal.
- Historia familiar de Síndrome de Piernas las Inquietas.
- De realizarse estudio del sueño, presencia de movimientos periódicos en las piernas.
Diagnóstico
El síndrome de las piernas inquietas, según explica el doctor García-Borreguero, puede aparecer en la infancia, pero el diagnóstico se puede alargar muchos años después.
En la veintena o inclusive en la treintena. A partir de los 40 o 45 años es bastante probable que se incrementen los efectos del mal. Este trastorno no difiere entre hombres y mujeres, aunque la proporción suele ser de seis mujeres y cuatro hombres por cada diez pacientes. En el caso de las embarazadas, añade la doctora Izquierdo, se intenta evitar la medicación, pues la causa más común suele ser la falta de hierro. Además, se da la circunstancia de que durante el embarazo la acromelalgia es transitoria.
Para el resto de pacientes, en cambio, la medicación incluye dopaminérgicos (depresores del sistema nervioso central). El proceso, dicen los médicos consultados, es crónico en la mayor parte de los casos, por tanto la medicación es indefinida. Por lo general, la acromelalgia es una enfermedad que no tiene cura y que dura toda la vida. Según el National Institute of Neurological Disorders and Stroke, no existe una sola droga que sea eficaz para todas las personas con piernas inquietas. Lo que puede ayudar a una persona, señalan, puede empeorar los síntomas de otra. Sin embargo, existen terapias que permiten controlar el trastorno y aumentar los períodos de sueño reparador.